Un nuevo estudio determina la relación entre los dientes y la evolución del embarazo
Los humanos nos caracterizamos por tener cerebros muy grandes con respecto al tamaño de nuestro cuerpo. Este crecimiento del cerebro está muy relacionado con el periodo de gestación, por lo que el embarazo es un aspecto fundamental para el entendimiento de la evolución de los homínidos, pero presenta problemas evidentes a la hora de poder realizar un estudio del mismo. Sin embargo, un nuevo estudio puede haber encontrado dos métodos para reconstruir el crecimiento prenatal.

El estudio liderado por la paleoantropóloga Tesla Monson de la Western Washington University (Estados Unidos), y en el que participan científicos del Berkely Geochronology Center y del Cenieh ha estudiado fósiles de un grupo de primates que incluye simios y monos de África y Asía, y molares fosilizados junto a fragmentos de cráneos del Mioceno tardío hasta el Plio-Pleistoceno, es decir, desde hace unos seis millones de años hasta hace 12.000 años aproximadamente. Los resultados aportan un dato clave para entender la tasa de crecimiento prenatal gracias a la relación entre el volumen endocraneal y las proporciones de los dientes molares.
El estudio ha determinado que los homínidos la alta tasa de crecimiento prenatal de los homínidos los separó de los demás simios hace entre medio y millón y un millón de años, antes de la evolución de la especie humana (hace 200.000-300.000 años). Los resultados demuestran que la dentición proporciona información sobre la vida de los neonatos. Los dientes comienzan a formarse en el útero y están estrechamente relacionados con el desarrollo gestacional. De este modo, indican que los dientes pueden ser un indicador fiable tanto de la tasa de crecimiento prenatal como del tamaño del cerebro, lo que abre una nueva ventana al conocimiento del desarrollo gestacional de nuestros antepasados, que además presenta una gran ventaja ya que los restos dentales son las partes más abundantes en los registros fósiles. Además, estos resultados van en línea con los estudios sobre la evolución del tamaño del cerebro neonatal y la morfología de la pelvis en homínidos, así como, con el incremento de la energía materna debida quizás al incremento de prados de plantas C4.
Este descubrimiento genera, asimismo, nuevas dudas y nuevas investigaciones como la comprensión de los mecanismos genéticos que llevan a esta asociación, así como, si esta relación se produce también en otros mamíferos. Sin duda, preguntas que requerirán nuevas investigaciones y que puede ayudar a proporcionar nuevos datos sobre un periodo tan importante como el embarazo, también para nuestros antepasados humanos y otros primates fósiles. Y que pueden ponerse en relación con otros aspectos de la evolución como ciertos comportamientos.