Reconstrucción de la vida de una mujer del Mesolítico en la península mediante el estudio isotópico
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El estudio mediante isótopos ha permitido el estudio de diversos aspectos de la vida de las poblaciones del pasado. Mediante ellos, no solo se pueden sacar conclusiones sobre la dieta, sino sobre aspectos diversos como la movilidad, el medio en el que vivían o la economía básica de la población. Asimismo, es importante destacar que los huesos y los dientes son los restos que mejor se conservan, lo que hace que los análisis de isótopos sean un gran aliado en nuestro campo.
En este estudio se presentan los datos obtenidos mediante el análisis de isótopos estables obtenidos de los restos de una mujer joven del abrigo de Aizpea (Navarra) del Mesolítico tardío - comienzo del Neolítico en el noreste peninsular (ca. 5500 cal. BC). En el estudio se analizaron isótopos δ13C y δ15N de colágeno óseo, así como δ13C y δ15N de dentina y las relaciones de estroncio 87Sr/86Sr del esmalte dental del segundo molar permanente superior derecho. Con estos análisis se han conseguido datos sobre la dieta y el medio que rodeaba a este individuo desde su infancia a su adolescencia; así como sobre su dieta durante los primeros años de su etapa adulta. La importancia de este estudio reside en el hecho de que los restos humanos mesolíticos son escasos en la Península Ibérica y permite observar los patrones de subsistencia y movilidad previos a la llegada de la domesticación animal y vegetal.


En cuanto a los resultados del estudio no se observan cambios significativos en la dieta del individuo durante los primeros años de vida. Sin embargo, se observa un descenso de los valores δ13C y δ15N, lo que indicaría un mayor consumo de alimentos vegetales. Este hecho podría responder a diferentes causas: cambios en el acceso a determinados recursos durante la etapa adulta debido al estatus social, preferencias personales del individuo, tabúes dietéticos o el agotamiento local de los recursos animales, bien por un exceso de caza o por un encadenamiento de inviernos malos. También es posible que, teniendo en cuenta que el individuo vivió entre los momentos finales del mesolítico y principios del neolítico, las redes tradicionales de apoyo se rompieran o comenzasen a cambiar en esos momentos, lo que provocaría un estrés añadido en las comunidades.
Los valores de isótopo de nitrógeno se encuentran entre los más bajos documentados del mesolítico en Europa, lo que sugiere una dieta principalmente vegetariana. Por otro lado, los recursos provenientes de agua dulce parecen no haber formado parte importante de la dieta del individuo, aunque puede que se tratase de recursos estacionales, lo que provocaría que no fuesen detectables a nivel isotópico. En este mismo sentido, el consumo de moluscos o pequeños mamíferos es difícil de rastrear, aunque se ha documentado la importancia de estos como alimento en yacimientos atlánticos.

En cuanto a la movilidad, los resultados parecen indicar una movilidad restringida a un territorio limitado, al menos entre los 2,5 y los 8 años, momento en el que se forma el segundo molar superior derecho). Los investigadores apuntan a que incluso fue enterrada entre 20 y 25 años más tarde en ese mismo territorio, ya que los valores obtenidos concuerdan con la composición isotópica esperada de las formaciones geológicas del entorno. Por este motivo, el cambio de dieta observado tras la adolescencia hacia una dieta basada, principalmente, en alimentos vegetales no se sustentaría en un cambio de residencia.