Patrimonio oculto I: Madrid

08.07.2020
Excavación de la Iglesia del Buen Suceso en la Puerta del Sol, 2006. Fuente: BERNARDO PÉREZ
Excavación de la Iglesia del Buen Suceso en la Puerta del Sol, 2006. Fuente: BERNARDO PÉREZ

A diferencia de otras muchas ciudades, en Madrid el patrimonio histórico-cultural se encuentra bastante escondido, soterrado entre las continuas obras de la capital. El poco patrimonio arqueológico conservado no se encuentra a disposición de la ciudadanía. El que sí, no cuenta con la difusión suficiente debido también a un problema de infraestructura: escasos paneles informativos, deteriorados y monolingües... Igualmente, la ciudad de Madrid no cuenta con rutas turísticas de patrimonio arqueológico, como si tienen otras muchas ciudades. Sí que hay que tener en cuenta las visitas guiadas que han ido surgiendo en los últimos años, de la mano de empresas privadas que crean rutas más en un ambiente festivo o con la mira puesta en "grandes personajes" de la historia.

Esta desinformación se puede ver reflejada en los conocimientos de la gente, pues aunque hay quien admite saber de la existencia de Patrimonio Histórico-Cultural en la ciudad de Madrid, son mayoría los que no sabrían concretar un lugar específico.

Aunque hay un amplio patrimonio en la ciudad, especialmente relacionado con las murallas de quienes han ido ocupando la región; hay una gran riqueza oculta en forma de patrimonio subterráneo al que no se tiene acceso y que, por supuesto, no está musealizado. Esta se integra en numerosos locales que están en manos de gestión privada, lo que hace complicado el acceso incluso para los profesionales.

El propio casco antiguo es un extenso yacimiento que posee restos como la Fuente de los Caños del Peral y el Acueducto de Amaniel. Otro ejemplo son los vestigios de la antigua Iglesia de San Juan Bautista, ubicada en la Plaza de Ramales, edificada en el siglo XII y demolida en la primera década del siglo XIX. Todos ellos son una buena prueba de la perspectiva arqueológica y forman parte, en nuestros días, de un suelo fundamentalmente urbano.

Quizás uno de los mejores ejemplos de mala gestión es la Iglesia del Buen Suceso. Es muy probable que si se preguntara a la población madrileña al respecto, muchos no supieran dónde se encontraba localizada y, mucho menos, identificar unos restos arquitectónicos que están, de hecho, en uno de los espacios más "visitados" de toda la capital: la estación de Sol. Tiene su origen en una ermita medieval asociada al hospital de San Andrés, situado originalmente en la convergencia de la Carrera de San Jerónimo con la calle de Alcalá. Este hospital rápidamente fue uno de los más importantes de Madrid y cambió el nombre en 1612, con la llegada de la imagen de la Virgen. Tras siglos de remodelaciones, la última alteración tuvo lugar en 1854, cuando la puerta del Sol adquirió su forma actual, reduciendo para ello a sus cimientos tanto la iglesia como el hospital. Enterrados, los restos quedaron olvidados hasta que en 2003 comenzaron los trabajos de remodelación de la plaza. En 2006 los restos de la Iglesia del Buen Suceso fueron excavados, y se construyó la plataforma que hoy se ve para conservar y mostrar los restos en la estación de cercanías.

Si se analiza el espacio musealizado en el que se encuentra, lo primero que destaca es la escasa visibilidad de estos restos, ocultos tras un cristal sujeto por barras metálicas, a pesar de su magnitud. Esto es debido a la mala iluminación de la estación. Conviene resaltar que la interpretación es muy difícil, dado que están totalmente descontextualizados en su discurso con el resto de la ciudad. El lugar está muy bien protegido, pero fatal señalizado y mal musealizado: los carteles tienen poco contraste entre el color y el cristal, los interiores están muy alejados y la letra es demasiado pequeña, además de presentar un texto cuyo contenido está bien planteado pero resulta demasiado extenso. Además, el pilar metálico central impide la visibilidad de los carteles e imágenes del fondo, por otro lado poco ilustrativos, y el esquema de la planta no perfila bien cómo debió ser la iglesia, para la que no hay ninguna reconstrucción.

El yacimiento está incluido en el Plan de yacimientos visitables de la Comunidad de Madrid, pero no por ello se puede decir que tiene una amplia difusión. Se trata de un pequeño museo que pasa completamente desapercibido:

-En primer lugar, la musealización deja, como se ha visto bastante que desear, y por ello pasa desapercibida en un lugar de gran tráfico diario de persona.

-En segundo lugar, busca un público tan amplio (todos los que pasan cada día por la estación, gente de distintas edades y extracciones sociales muy diversas) que acaba siendo neutral y no alcanza a nadie.

-Por último, el acceso a la información no es sencillo. Toda búsqueda sencilla arroja el mismo resultado: la iglesia actual en la calle Princesa. Para obtener información más precisa de su historia y existencia es necesario descargarse el tríptico que el Plan de yacimientos visitables pone a disposición del usuario en la web.

Como se puede ver, aunque hay una disposición para musealizar los espacios, pero se encuentran con graves errores de musealización; cuando el patrimonio madrileño podría ofrecer un gran atractivo. Esto repercute, así mismo, en presentar Madrid como un lugar patrimonial y los pocos lugares conservados parecen ser objetos en una vitrina de un museo al aire libre; y salvo escasas excepciones, no se encuentra integrado en la ciudad perdiendo cualquier dimensión arqueológica.

Por último, si no hay un buen servicio que ofrecer, no habrá personas a las que ofrecérselo. La principal consecuencia es que el patrimonio se intuya pero se desconozca tanto por residentes como por no residentes.

En general, la dimensión arqueológica, la gestión y, aún más importante, la difusión del patrimonio histórico-cultural está muy desaprovechado y necesitaría un plan para revalorizarlo, y, a partir de ahí, poder llevar a cabo una efectiva difusión de dicho patrimonio repercutiendo de manera positiva en todos los aspectos de la sociedad de Madrid. Una pequeña inversión puede traer unos importantes beneficios, tanto económicos como culturales.