Ötzi, el hombre de los hielos

Aunque no necesita presentación, sobre todo para los amantes de la arqueología, treinta años después de su descubrimiento, Ötzi, nos sigue fascinando. Su excelente estado de conservación, nos ha permitido asomarnos a un momento concreto de la historia con todo lujo de detalles.
Fue en el año 1991 cuando unos excursionistas hallaron en las montañas alpinas de Ötzal los restos de un individuo. En un principio, debido a su buen estado de conservación, pensaron que se trataba de algún alpinista fallecido recientemente. Sin embargo, las investigaciones revelaron, para sorpresa de todos, que se trataba de un cuerpo de hace más de 5.000 años.
Podríamos estar ante un experto viajero. Por el análisis de los elementos químicos de huesos y dientes, se supo que Ötzi creció al nordeste de Bolzano, probablemente en el valle del río Isarco, y vivió de adulto en el Valle de Venosta. Los restos de polen Ostrya hallados en la ropa revelan que murió en primavera, y que su último viaje fue a lo largo de un sendero que ascendía por el valle del Sanales hacia un paso alpino situado al oeste del glaciar Similaun.

Bien equipado para la travesía, iba vestido con una capa de hierba, una túnica hecha con tiras de pieles de animales, unos pantalones de piel, unos zapatos rellenos de hierba para aislarse del frío y un gorro de piel de oso. Llevaba además un puñal de sílex y un hacha de cobre, así como un posible arco sin terminar. También tenía, entre otras cosas, dos flechas con puntas de sílex, otras doce inacabadas y un fragmento de cuerno, que posiblemente usaba para hacer puntas de flecha, todo dentro de una aljaba de piel.
El detallado examen genético ha permitido reconstruir su apariencia. Tenía el pelo castaño y los ojos marrones. Además, es muy posible que tuviera intolerancia a la lactosa, por lo que no podía digerir la leche, circunstancia curiosa para un posible pastor.
Una punta de flecha alojada en el omóplato izquierdo y un coágulo formado por un posible traumatismo encefálico, apuntan a una posible muerte violenta. Pudo haber caído de cara al suelo tras recibir el flechazo, o quizás recibió un golpe directo ejercido por su atacante. Sin embargo, la comida encontrada en el estómago de Ötzi, pone en duda esta teoría.
Los últimos estudios apuntan a que fue una comida pesada, posiblemente comió carne grasa, perteneciente al íbice de los Alpes. "Si la última comida de Ötzi fue muy pesada, como señala Zink, eso contradice la idea de que estuviera huyendo atemorizado. Al contrario, parece que estaba descansando en un lugar resguardado del viento, digiriendo con calma su comida y sin imaginar el peligro que corría."(National Geographic, 2021)

Con entre 40 y 50 años, Ötzi padecía varias enfermedades y una fuerte artritis que le debió causar graves dolores. Varios tatuajes encontrados en su cuerpo, entre los que destacamos una cruz cerca de la rodilla, podrían haber sido un remedio popular contra la artritis. Una especie de acupuntura prehistórica. Además, encontraron la presencia de pulgas, Helicobacter pylori y Trichuris, s.p., lo que se puede traducir en diversos dolores estomacales.

Sin duda Ötzi es "la tumba de Tutankhamón" de la prehistoria, por la cantidad de información que nos ha facilitado. No solo hemos conocido más sobre las patologías de la época. Sino también sobre la dieta, la violencia, los comercios o las migraciones e incluso, mediante el estudio de los pólenes, la vegetación propia de los Alpes en la Edad de Cobre. En conclusión, se trata de una verdadera joya arqueológica, que nos ha permitido acercarnos un poco a más a la vida del Neolítico.
Referencias bibliográficas:
Ajorloo, B., Betts, A., Blomster, J., Bolllt, R., Bowdler, S., Browne, M., Burke, H., Cameron, D., Collins, M., Coningham, R., Cougle, L., Covey, A., da Costa, K., Demattè, P., Edwell, P. (2009). The World Encyclopedia of Archaeology. Ed. Blume. p. 137.