Nuevas evidencias de violencia interpersonal a finales de finales del Paleolítico en Jebel Sahaba

08.06.2021

La violencia interpersonal ha sido un tema que ha atraído la atención de los investigadores, sobre todo si se trata de evidencias muy antiguas de este fenómeno. Conocer los motivos que llevaron a los habitantes de un lugar a sufrir violencia indiscriminada, los autores de esta violencia y los objetivos que se perseguían; puede ayudar a tener un conocimiento más profundo de los modos de vida, los bienes en conflicto y la concepción de la muerte de las sociedades del pasado. Todo parece indicar que la violencia es tan antigua como el propio ser humano, lo que también resulta curioso y nos da pistas de nuestra propia naturaleza. 

Excavación del cementerio en los años 60. Museo Británico (El País)
Excavación del cementerio en los años 60. Museo Británico (El País)

En este sentido, el yacimiento de Jebel Sahaba (Valle del Nilo, norte de Sudán) cementerio 117, vendría a demostrar que los humanos mataban a hombres, mujeres y niños de manera indiscriminada hace 13.400 años, a finales del Paleolítico. Se trata de un cementerio con restos pertenecientes a 61 individuos. En el momento de su descubrimiento, en los años 60 del siglo XX, se consideró este enterramiento como el primer cementerio de guerra entre humanos modernos. Los restos en su mayoría mostraban marcas de violencia que se asociaron a las primeras evidencias de guerras organizadas por disputas territoriales. Sin embargo, desde la publicación de los resultados, no se había llevado a cabo un nuevo estudio de los restos para proporcionar una visión actualizada de los mismos y de la violencia a finales del Pleistoceno.

Los investigadores del Museo Británico y de las universidades francesas de Burdeos y Toulouse han vuelto a analizar los restos para revisar las marcas de violencia encontradas y aplicar las nuevas técnicas forenses y antropológicas. Los resultados han dado lugar a más señales de violencia de las que se conocían. Se identificaron 106 nuevas lesiones, de las cuales 52 se pueden interpretar como marcas de proyectiles. De los 61 individuos, 41 (67,2%) muestran al menos un tipo de lesión curada o no. Estos 41 individuos incluyen el 74,4% de los adultos (n=32) y la mitad de los no adultos afectados (50%; n=9). No se observan diferencias en cuanto a sexos en los individuos con lesiones, lo que indica que hombres y mujeres fueron atacados indistintamente. No obstante, el porcentaje podría ser mayor, ya que no todas las heridas mortales dejan evidencias en los huesos.

Por su parte, la ubicación de las lesiones se observa una diferencia por sexos y por edad. En las mujeres, las lesiones se encuentran en el antebrazo, más específicamente con la rotura de cúbito, lo que se relaciona con una postura de protección o parada del objeto. En el caso de los hombres, las lesiones se encuentran en los huesos de la mano, lo que hace referencia a un enfrentamiento. En cuanto a los menores, la mayoría de las lesiones se ven en individuos pequeños, quizás poco propensos a enfrentarse y presentan marcas de proyectiles mayoritariamente en el cráneo. 

Lesiones craneales del individuo JS 14 de Jebel Sahaba (Crevecoeur, I., Dias-Meirinho, MH., Zazzo, A. et al., 2021)
Lesiones craneales del individuo JS 14 de Jebel Sahaba (Crevecoeur, I., Dias-Meirinho, MH., Zazzo, A. et al., 2021)

Además, los investigadores ponen en duda la idea de que esta violencia sufrida por los individuos de este cementerio se produjo en un solo episodio. Los restos muestran lesiones ya cicatrizadas junto a las lesiones perimortem que habrían acabado con sus vidas. Lo que demostraría que habrían recibido ataques anteriores a los que habían sobrevivido y había pasado el tiempo suficiente para curar las lesiones provocadas por estos ataques previos. Este hecho sumado a la distribución normal de la mortalidad y a la reapertura de los enterramientos para enterrar a otras personas tiempo después, indicaría que no se trataría de un evento único, sino de incursiones violentas periódicas.

Las causas por las que se producían estos episodios violentos entre comunidades resultan inciertas. Los investigadores creen que podría deberse al cambio climático, que redujo los recursos disponibles para las comunidades, lo que provocó violencia para asegurar la supervivencia. Estos grupos serían ya sedentarios o semi-sedentarios por lo que se ha podido observar en cuanto a la industria lítica hallada a las orillas del Nilo perteneciente a diferentes tradiciones. Estas comunidades lucharían por mantener su territorio y por los recursos cada vez más escasos por el cambio climático.

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Escrito por: Aurora Asín