Los perros en la Prehistoria
Actualmente, existe una gran variabilidad en cuanto a la apariencia de los perros. Razas como el Chihuahua, San Bernardo o el Galgo Ruso forman parte de las 355 razas reconocidas actualmente y que se deben a la selección intensiva realizada en los últimos 200 años. Todos ellos tienen el mismo ancestro común, el lobo gris.
La domesticación de los canes se produjo hace al menos 15.000 años. Algunos de esos lobos salvajes se sintieron atraídos por los asentamientos humanos prehistóricos, probablemente por los restos de comida, y así se llevarían a cabo los primeros contactos. Incluso se plantea que, una vez domesticados los menos salvajes, hubieran sido utilizados como ayuda a la hora de ir de caza.
Así pues, año tras año y hasta la actualidad, se produjeron multitud de cambios genéticos, físicos, fisiológicos e incluso de comportamiento por parte de esos lobos/perros. Según los expertos, zooarqueólogos y paleogenetistas, que se han dedicado al estudio de la domesticación de estos animales, se observan variaciones del color del pelaje, disminución del tamaño, no tanta diferencia entre machos y hembras, diferencia de tamaño del cráneo, el hocico muy marcado y acortado, así como anomalías en los dientes por falta de espacio. También se alteró la anatomía de los músculos faciales, permitiendo la elevación de las cejas.
Un estudio llevado a cabo en los años 60 en Siberia demostró que cuando seleccionaban a los zorros más curiosos y menos agresivos a lo largo de generaciones (como lo que podría haber pasado con los lobos en la Prehistoria), los animales se volvían cada vez más dóciles y presentaban las mismas diferencias morfológicas que las que se observan durante la transición del lobo al perro.
Ya en el Neolítico, los humanos optaron por un estilo de vida más sedentario. Esos cambios afectaron de igual forma a los canes, haciéndolos todavía más distintos de sus ancestros. También se piensa que es entonces cuando los humanos empezaron a seleccionar morfologías adaptadas el desempeño de determinadas tareas como la caza mayor o la defensa de campamentos.
Existen pocos estudios en los que se haya intentado hacer una reconstrucción de los restos, sin embargo tenemos el ejemplo del cráneo de un perro de hace unos 4.500 años. Fue encontrado en las islas Orcadas escocesas y tras una posible reconstrucción, se llegó a la conclusión de que aparentemente era similar a un Border Collie actual.
Generalmente los restos no se suelen conservar en buen estado, siendo además escasos. Es por eso por lo que resulta tan complicado llegar a conclusiones o poder hacer incluso reconstrucciones. No obstante, un estudio reciente analizó 500 maxilares inferiores de perros europeos de entre 11.100 y 5.000 años de antigüedad, momento en el que ya estaban totalmente domesticados. Con esta investigación han podido demostrar que ya desde entonces, los perros mostraban una gran variabilidad de tamaños y formas. Si bien se han encontrado variaciones de tamaño como el equivalente a un Husky actual o un Pomerano (toda esa horquilla de tamaños), no se han encontrado restos de perros extremadamente grandes como los Rottweilers, ni tan pequeños como el Chihuahua. Lo que queda claro es que si bien existía variabilidad la en la Prehistoria, no se corresponde a las razas conocidas a día de hoy. Lo que plantea que algunas de esas formas hayan desaparecido y no existan a día de hoy. De hecho, uno de los rasgos característicos es que los perros prehistóricos contaban con una mandíbula fuerte y arqueada, haciendo un mayor uso de su músculo temporal. Eso se podía deber a que comían alimentos más duros y difíciles de masticar que los perros actuales.
Finalmente, lo que parece demostrar este estudio es que la variabilidad morfológica de los perros es el reflejo de la sociedad, cultura y costumbres en la que viven con los humanos.

Imagen de un Husky actual, algunos de los perros prehistóricos podrían haber sido parecidos.