Las “cabezas cortadas” del poblado ibérico del Puig Castellar (Santa Coloma de Gramenet, Barcelona)

30.06.2020

Múltiples culturas han considerado a lo largo del tiempo que la cabeza humana concentra los valores esenciales del individuo, por ello, desde el Neolítico se constata una dualidad: la conservación de cabezas de personas destacadas como reliquias protectoras y la de personas de otros grupos como trofeo, creyendo que por poseer la cabeza tenían también la energía vital de la víctima.

El fenómeno de las "cabezas cortadas", documentada ya en el Mesolítico para el continente europeo, implica la instrumentalización de los restos humanos, a los cuales se les privaba de un tratamiento funerario convencional propio de cada contexto cultural, negándoles el respeto inherente a cualquier difunto humano y convirtiéndolo en un medio para reafirmar la identidad de un grupo y cohesionarlo alrededor de quienes ejercían o pretendían ejercer el liderazgo social.

El estudio "Las cabezas cortadas del poblado ibérico del Puig Castellar (Santa Coloma de Gramenet, Barcelona). Datos para una reinterpretación, presenta los resultados del estudio antropológico basado en su descripción, determinación de sexo, estimación de edad y estudio patológico y de marcas de los restos humanos encontrados en 1904 en dicho yacimiento. También se valora el tratamiento que sufrieron los cráneos para su exhibición, aportando nuevos resultados significativos que contribuyen a identificar, desde el punto de vista físico, a las tan desconocidas poblaciones íberas, además de cuestionarse la teoría de "las cabezas cortadas" asignada solo a guerreros vencidos en batalla.

Los trabajos en el poblado íbero de Puig Castellar comenzaron en 1904 de la mano de Sagarra y continúan hasta la actualidad, por lo que han contribuido de manera significativa al conocimiento del mundo íbero septentrional. Puig Castellar es un asentamiento fortificado, de los principales del área layetana, que fue ocupado desde el siglo V a.C hasta el 200 a.C, convirtiéndose como icono del fenómeno de "las cabezas cortadas" ibéricas el cráneo atravesado por el gran clavo expuesto en el MAC.

Todos los restos humanos exhumados por Sagarra en Puig Castellas en 1904 provienen del esqueleto craneal. En el presente estudio, el número mínimo de individuos ha sido determinado a partir de consideración de repeticiones de partes óseas, incompatibilidades osteológicas debidas al grado de desarrollo del hueso, diferencias de talla o robustez o diferencias patológicas como sugieren algunos autores. La determinación del sexo se basa en los criterios de Ferembach y colaboradores (1980) y de Buikstra y Ubelaker (1994), y, la estimación de la edad se basa en la obliteración de las suturas craneales y el trabajo de Meindl y Lovejoy (1985).

La colección de restos humanos de Puig Castellar está constituida por 7 fragmentos craneales y 6 fragmentos mandibulares. Los dos cráneos más completos presentan claras muestras de haber sido atravesados por clavos para ser unidos a un soporte, además de otras marcas que no atraviesan la pared ósea y que se corresponden a su fijación durante el proceso de manipulación. Todas las marcas identificadas en los restos óseos debieron producirse una vez las cabezas estaban separadas de sus respectivos cuerpos y poco después de la muerte de las víctimas.

Los seis restos mandibulares presentan ciertas particularidades: tres engloban más de la mitad de la mandíbula y las otras tres solo una hemimandíbula. Esta división sería intencional, pero sin evidenciar una clara preferencia por conservar una u otra hemimandíbula. Tres mandíbulas presentan cortes contundentes que evidencian agresiones previas por arma blanca y dos fueron expuestas al fuego.

Entre los restos óseos no existe evidencia de procesos infecciosos, pero si se ha evidenciado cálculo dental, intenso desgaste, debido al uso de la cavidad oral para actividades productivas como el trabajo de fibras vegetales o curtido de piel, y cribra orbitaria, la cual puede evidenciar una alimentación deficitaria, pudiendo descastarse al estudiar la dentición, a un mismo origen geográfico donde enfermedades como la malaria y la talasemia está presente o a un mismo origen genético.

Las cabezas cortadas del ámbito catalán, como las de Puig Castellar, caracterizan momentos de abandono de yacimientos urbanos de los siglos III y II a.C, hallándose dichos restos en depósitos primarios, en niveles de circulación de calles y grandes edificios representativos denominados "aristocráticos" y en depósitos secundarios, cuando algunos de trasladaron a fosas y silos para entras un período de exposición.

El procedimiento previo a la exposición de los restos se realizaba con cuidado, actuando desde a parte externa del cráneo y dejando un hueco circular o cuadrangular por donde entraría el clavo que los unía a un soporte de material perecedero. La primera fase de preparación incluía además el desollado previo de las cabezas, una maniobra destinada a separan el tejido blando del tejido óseo para poder encontrar el punto de perforación del clavo.

En Puig de Castellas todos los restos, de 12 individuos en encontraron junto a la muralla, en la entrada del yacimiento, y la orientación vertical del clavo mejor conservado hace pensar que remataba una estaca o un elemento arquitectónico de madera.

La voluntad de entender el significado de las cabezas cortadas en el sur de Europa durante la Segunda Edad del Hierro requiere una investigación transversal que combine la antropología física con análisis de laboratorios, con el estudio de la iconografía de las fuentes, contribuyendo de esta manera a desvelar los rituales vinculados a la violencia con intención de ir más allá y contribuir al conocimiento de la población ibérica, escasamente conocido debido al ritual de cremación de sus muertos, siendo las inhumaciones esencialmente infantiles.

La identificación de mujeres y subadultos entre las víctimas halladas en el yacimiento podía sorprender dado que, de manera generalizada, las cabezas cortadas de la Edad del Hierro son atribuidas a guerreros caídos en el campo de batalla. Los autores consideran que la presencia de mujeres y subadultos entre las víctimas son resultado de razias, un tipo de conflicto violento entre comunidades íberas, ataques rápidos por sorpresa con el objetivo de apropiarse de un botín formado por bienes ajenos y captura de personas. Con esta explicación parece factible la exhibición de las cabezas de los individuos de las comunidades vencidas, sin distinción de sexo o edad, como muestra de valentía y superioridad.


  • Subirà Eulàlia, M. y Rovira Hortalà, M.C (2019): Las "cabezas cortadas" del poblado ibérico del Puig Castellar (Santa Coloma de Gramenet, Barcelona). Datos para una reinterpretación. Trabajos de Prehistoria, 76 (N.o 2), pp. 286-302.