La representación de los orantes durante el Neolítico
La llegada del Neolítico trajo consigo una asimilación paulatina de las nuevas costumbres y los modos de vida por parte de las poblaciones receptoras. Se trató de un cambio de paradigma tan radical que ha pervivido hasta nuestros días. Junto a la adaptación a los novedosos modos de economía productiva, sistema de creencias, formas de hábitat, etcétera, observamos la introducción de una serie de elementos representativos que tendrán su eco en todo el mundo mediterráneo durante la prehistoria reciente. Uno de esos elementos, al que dedicamos estas líneas, son los orantes.

Podríamos definir a los orantes como la representación de la figura humana con los brazos levantados recordando la postura típica de la oración, o tal vez, de una súplica. En los casos más naturalistas se indican la cabeza, los dedos de las manos, e incluso las piernas. En los motivos más esquematizados basta con la representación básica de un cuerpo con los brazos alzados. En cualquier caso, la motivación y el significado debería ser el mismo, solo cambian las formas en las que se expresa.
Uno de los más conocidos en nuestro país se encuentra pintado en el abrigo V del Pla de Petracos (Castell de Castells, Alicante). Se trata de un magnífico ejemplo de arte rupestre macroesquemático (mide más de un metro) en el que como figura central del panel apreciamos un orante de cabeza circular, con los dedos indicados y las piernas levantadas, rodeado por líneas serpenteantes. Justo por encima aparece otro orante, aunque de menor tamaño que el anterior.
Al igual que ocurre con otras representaciones neolíticas, éstas no solo se plasmaron en las paredes de abrigos y cuevas. Así, podemos ver estos mismos motivos pintados en cantos de pocos centímetros provenientes de la Cueva de Chaves (Casbas de Huesca, Huesca). También aparecen decorando cerámicas, como en el caso de la Cueva Chica de Santiago (Cazalla de la Sierra, Sevilla) o las impresionantes vasijas cardiales de la Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante).
El hallazgo de estos antropomorfos reproducidos en soportes de menor tamaño conlleva una serie de connotaciones muy interesantes para el estudio de la prehistoria reciente y la arqueología de la mente. Por un lado, estos objetos aparecen estratificados en el registro arqueológico, lo que permite fecharlos y contextualizarlos debidamente, pudiendo establecer de esta forma paralelismos con las pinturas rupestres, las cuales en muchas ocasiones son difíciles o directamente imposibles de datar debido al origen mineral de algunos pigmentos como el manganeso o el óxido de hierro.
Por otra parte, estos descubrimientos podrían indicar una cierta normalidad en el uso y la utilidad de los orantes, alejándolos así, al menos de manera exclusiva, del mundo de los santuarios, ritos, etcétera, para llevarlos a un plano más cotidiano, más del día a día de las poblaciones prehistóricas.
Aún sin conocer el significado real de estas figuras, queda patente que su incursión en el horizonte neolítico tuvo que dar algún tipo de respuesta a las nuevas incógnitas que este periodo planteaba, perteneciendo además a un lenguaje común entre diferentes poblaciones muy alejadas entre sí y con perduración en el tiempo, como podemos apreciar en los grabados de Val Camonica (Italia) o el Vallée des Merveilles (Francia), entre otros.
Bibliografía
ESCACENA CARRASCO, José Luis. "Orantes neolíticos de Andalucía. Imágenes sobre vasijas de cerámica", Boletín del Museo Arqueológico Nacional, nº37 (2018), pp. 25-42.
GARRIDO RAMOS, Beatriz. "Pla de Petracos (Alicante): arte macroesquemático", ArtyHum, nº6 (2014), pp. 151-159.
UTRILLA MIRANDA, Pilar y LABORDA LORENTE, Rafael. "La Cueva de Chaves (Bastarás, Huesca): 15.000 años de ocupación prehistórica", Trabajos de Prehistoria, 75 nº2 (2018), pp. 248-269.