Investigan el posible origen de la desigualdad entre hombres y mujeres en el Neolítico
Una investigación llevada a cabo por la investigadora Marta Cintas-Peña de la Universidad de Sevilla estudia el posible origen de las desigualdades hombres-mujeres y se remonta hasta el Neolítico para dar con él. Para ello se centra en la patrilocalidad, regla por la cual cuando la mujer se casa se va a vivir a la aldea o pueblo del marido, lo que provoca una descontextualización de su marco familiar y del apoyo de parientes y amigos, lo que las deja en una situación de vulnerabilidad ante el marido y la familia de este.

La patrilocalidad se empieza a evidenciar de manera relevante en la Península en la Edad del Cobre (3200-2.300 a.C.). Para comprobar esta práctica, analizan todos los datos de isótopos de estroncio y se basa en la comparación de la marca isotópica de la región y la de los restos óseos. De este modo, es posible comprobar si un individuo fue enterrado en el lugar en el que vivió, o no, por lo que se puede llegar a ciertas conclusiones sobre su movilidad, lo que supone además la primera visión relativa a los patrones residenciales del Calcolítico peninsular. Los datos analizados pertenecen a todos aquellos disponibles de la Edad del Cobre en la península, lo que equivale a información sobre 476 individuos de 26 yacimientos diferentes.
Los resultados obtenidos, muestran que las mujeres no eran enterradas en los mismos lugares en los que habían vivido, en más del doble de los casos que los hombres. Esto confirmaría esta práctica de patrilocalidad. Los investigadores encuentran el origen de esta práctica en los momentos en que comienza la sedentarización y la acumulación de excedentes. Momento en el que también se pueden observar más indicios de violencia con el análisis de los traumas en esqueletos, mayor presencia de proyectiles en enterramientos masculinos o representaciones de mujeres asociadas a tareas de mantenimiento en arte levantino. Esto respondería, según los investigadores, a que la acumulación de excedentes crearía patrimonios familiares y herencias, lo que comenzaría a ser de gran importancia para la economía dentro de las sociedades y supondría la acumulación de poder en ciertos individuos que crearían linajes que beneficiarían con más frecuencia a los hombres.

La comparación de este estudio con otros estudios publicados relativos a diferentes zonas de Europa, demostraría una diferenciación clara del trabajo y de la movilidad entre hombres y mujeres durante el Neolítico. El estudio está pendiente de publicación, pero los datos que aporta parecen de gran interés para conseguir dar luz a esta realidad que ha pervivido durante la historia y ha llegado hasta nuestros días.
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