Hallan las evidencias más antiguas de cocción de pescado
La relación entre cocinar y el desarrollo evolutivo parecen ser claves a la hora de entender la evolución, ya que fueron determinantes en aspectos sociales y biológicos. Sin embargo, no podemos determinar el momento exacto en que los alimentos se comenzaron a cocinar de manera intencionada. Hasta el momento, las primeras evidencias situaban este uso intencionado del fuego para cocinar hace aproximadamente 170.000 años. No obstante, este dato puede cambiar con un nuevo descubrimiento llevado a cabo en el yacimiento arqueológico de Gesher Benot Ya'aqov (Israel).
El estudio llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén (HU), la Universidad de Tel Aviv (TAU) y la Universidad de Bar-Ilan (BIU), en colaboración con el Museo Steinhard de Historia Natural, el Colegio Académico Oranim, la Institución de Investigación Oceanográfica y Limnológica de Israel (IORL), el Museo de Historia Natural de Londres y la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia ha demostrado que una carpa encontrada en el yacimiento anteriormente mencionado fue cocinada hace aproximadamente unos 780.000 años, lo que sitúa el hecho de cocinar de manera intencionada muchos años antes de lo que se pensaba.

Este estudio, además, resulta de gran interés ya que ha permitido determinar la importancia del pescado en la dieta de los humanos prehistóricos y reconstruir, por primera vez, la población de peces del antiguo lago Hula cercano al yacimiento, que incluís especies ya extintas. Asimismo, la gran cantidad de especies localizadas en el yacimiento demuestran que los primeros humanos consumían pescado como parte habitual de su dieta.
El estudio se centró en el análisis de los dientes faríngeos de las especies pertenecientes a la familia de las carpas. Estos dientes cuentan con cristales que se forman en el esmalte y que aumentan de tamaño cuando son expuestos a altas temperaturas. Mediante este método han podido determinar que los peces fueron expuestos a la temperatura adecuada por su cocción y no a un fuego espontáneo. La gran cantidad de peces con estas características encontrados y su continuidad en el tiempo hacer creer que los humanos que habitaban el yacimiento cocinaban de manera habitual y como parte de su vida cotidiana.
Los investigadores afirman que la cocción de los alimentos trajo consigo una serie de cambios físicos para los humanos, ya que reduce la energía corporal necesaria para descomponer y digerir los alimentos. Esto provocaría cambios en la mandíbula y en el cráneo. Asimismo, les habría permitido tener más tiempo libre para emplear en el desarrollo de nuevos sistemas sociales y de comportamiento. Esto estaría en sintonía con lo que algunos científicos creen sobre el consumo de pescado y su relación con la evolución cognitiva y el desarrollo del cerebro.