El estudio de las heces revela el consumo de cerveza y queso azul en las minas de sal Hallstatt hace 2.700 años

19.10.2021

En numerosas ocasiones hemos tratado en esta página la importancia de las heces fosilizadas o coprolitos para el estudio de diversos aspectos de la vida en el pasado. En esta ocasión, un estudio publicado en Current Biology, ha conseguido analizar las heces humanas de las minas de sal de Hallsatt y determinar que la dieta además de variada, era elaborada e implicaba técnicas sofisticadas para su preparación.

El estudio se ha centrado en el estudio de las heces fosilizadas humanas encontradas en las minas de sal de Hallsatt, ubicadas en los Alpes del Este. La elevada concentración de sal y la temperatura constante anual de aproximadamente 8 grados en el interior de la mina ayuda a una buena conservación de los restos orgánicos como las heces. El lugar está documentado de manera exhaustiva y se sabe que fue usado desde incluso el 14 a.C.

Heces tomadas como muestra para el estudio. Una de la Edad de Bronce (izquierda), dos de la Edad de Hierro (centro) y una de entre 1720-1780 (derecha). (Maixner, F. et al., 2021)
Heces tomadas como muestra para el estudio. Una de la Edad de Bronce (izquierda), dos de la Edad de Hierro (centro) y una de entre 1720-1780 (derecha). (Maixner, F. et al., 2021)


Se tomaron cuatro muestras de heces y se sometieron a datación por radiocarbono para más adelante someterlos a análisis microscópicos y moleculares. Las dataciones dieron como resultado que las heces pertenecían a tres periodos diferentes: Una era de la Edad del Bronce, otras dos de la Edad de Hierro y, la más reciente de entre 1720 y 1780. Estos datos concuerdan con el uso de las minas que se tiene documentado. LA buena conservación y la rápida deshidratación de las heces por la sal del ambiente ha permitido recuperar ADN de las muestras. Este ADN ha permitido determinar que se trata de heces de individuos masculinos y que se encuentran en su forma original, es decir, no se han mezclado con otras heces y sin contaminación debida a los suelos.

Mediante los análisis moleculares y microscópicos, los investigadores pudieron hacer una reconstrucción de la dieta de estos hombres. De este modo, las tres heces más antiguas contenían una mayor cantidad de semillas que la más moderna, cuya textura era más fina con restos de cáscaras de frutos y de semillas, aunque todas ellas presentaban un predominio de cereales. Parece que las heces pertenecientes a la Edad de Hierro revelan una dieta rica en carbohidratos y fibra con consumo de productos de origen animal. Asimismo, tanto las heces de la Edad de Hierro como la más moderna, presentan indicios de parásitos intestinales.

Uno de los descubrimientos que más ha llamado la atención de los expertos en el análisis de estas heces se encuentra en una de las heces de la Edad de Hierro. En ella se encontraron en abundancia las proteínas y ADN de los hongos Penicillium roqueforti y Saccharomyces cerevisiae. Ambos se usan hoy en día para el procesado de comida. El hongo P. roqueforti se usa para la fermentación en la elaboración del queso azul y el S. cerevisiae se usa para la fermentación de pan y bebidas alcohólicas como cerveza, hidromiel o vino. Por este motivo, los investigadores realizaron una serie de prueba para determinar si estos hongos podían venir del entorno o si realmente eran parte del procesado de la comida. De este modo, concluyeron que la fermentación y el procesado de alimentos forma parte de nuestro modo de elaboración de comida desde hace milenios.  

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Escrito por: Aurora Asín