El Neolítico Sahariano y el arte rupestre en la meseta de Gilf Kebir, un posible origen de la civilización egipcia
Durante años, el Valle del Nilo ha sido lugar de culto para varias generaciones de arqueólogos. La civilización egipcia perduró durante más de 3000 años, y la cantidad de vestigios que este pueblo nos ha dejado es incalculable. Debido a la grandiosidad del patrimonio hallado en el valle algunas zonas circundantes como los desiertos y sus oasis han quedado relegados en la sombra de la investigación arqueológica, a pesar de también formar parte de la historia del Egipto faraónico.
Los hallazgos en el Desierto Occidental Egipcio han permitido ampliar y descubrir no sólo las innegables conexiones e influencias mutuas en el origen de la civilización faraónica, sino también la importancia de esta vasta extensión en los contactos de los egipcios con sus regiones vecinas. Se ha demostrado que toda esta área estuvo habitada desde tiempos prehistóricos, y fue una zona visitada por los habitantes de la civilización egipcia durante toda su historia; además, no siempre tuvo las mismas condiciones de aridez que en la actualidad. Gracias a los estudios geológicos sabemos que el Sahara oriental contenía cientos de lagos y cursos de agua permanente alimentados por las lluvias. La disponibilidad hídrica permitió la existencia de una amplia variedad de fauna y flora hasta el 5000 BP, momento en el que la aridificación así como la escasez de recursos hídricos provocaron el desplazamiento de las poblaciones pastoriles a otras zonas con condiciones climatológicas más favorables.
En 1932 se produjo un hallazgo que causó un gran impacto, la famosa "Cueva de los Nadadores", situada al suroeste del borde occidental de la meseta de Gilf Kebir. Se trataban de unas pinturas rupestres donde destacaron unas figuras de pequeños "nadadores" estimadas en 10.000 años de antigüedad. Este motivo iconográfico causó una gran sensación tanto mediática como científica, ya que parecía totalmente incongruente que en una zona desértica se pudiesen representar este tipo de actividades que sólo podían realizarse en medios acuáticos. Fue en este momento, junto con otras evidencias, cuando por primera vez se llegó a la conclusión de la existencia de agua en este territorio.

A pesar del hallazgo, la zona no fue objeto de un estudio sistemático hasta que en 2002, de forma accidental, se descubrió la que se denomina "Cueva de las Bestias", a tan sólo 10 kilómetros de la Cueva de los Nadadores. Respecto a su datación, los objetos y restos hallados permiten fecharla entre 6800/6600 y 4400/4300 a.C., siendo posteriormente la cueva abandonada, aun cuando presenta signos de utilización hasta el 3500/3000 a.C. (coincidiendo estas últimas fechas con el Período Predinástico de Egipto).
Su nombre, Cueva de las Bestias, es dado por las múltiples figuras animales que la decoran, pero también hay representaciones de manos, de animales propios del hábitat existente por entonces (jirafas, gacelas, antílopes o avestruces, no así de ganado), así como figuras humanas. Algunas de las figuras antropomorfas están acompañadas con arcos y flechas que, debido a la mencionada ausencia de ganado, se relacionan con la caza, la principal actividad de la población. Una de las características de las figuras humanas su dinamismo, lo que permite especular que se puedan estar representando escenas de danza o la realización de ciertos ritos.
Al igual que en la cercana Cueva de los Nadadores, hay representaciones de hombres flotando -unos veinte-. Desde un comienzo, la explicación más habitual es que podrían reflejar un período y un hábitat en los que el agua era abundante, pero se han interpretado y vinculado con ritos realizados por chamanes, siendo estas representaciones de "un viaje" que se realiza hasta llegar a ponerse en comunicación con las fuerzas divinas, un argumento que se pone también en relación con el hecho de que estas figuras se dirigen, en la Cueva de las Bestias, hacia los animales fantásticos.
En los últimos años la actitud de estas figuras humanas se ha relacionado con concepciones religiosas/funerarias egipcias y han llevado a algunos estudiosos a apuntar que Gilf Kebir puede considerarse el lugar donde surgió la civilización egipcia. Aunque no es algo que haya sido demostrado, no es una idea tan descabellada, ya que el imaginario y las costumbres de estas sociedades neolíticas puede haber derivado en ritos similares más complejos en el mundo egipcio, o incluso ambas culturas pueden haber convivido e intercambiado, adoptado o imitado creencias La idea de que símbolos, ideas y concepciones propias del mundo faraónico debieron nacer dentro de estructuras urbanas o complejas, ha hecho perder la perspectiva de que en algunos casos su origen pueda provenir de sociedades menos complejas y anteriores en el tiempo.