Sistemas de iluminación de las cuevas paleolíticas

Sabemos que nuestros antepasados realizaban diversas actividades dentro de las cuevas y los abrigos, entre ellas una de los que más llama la atención son las pinturas rupestres normalmente realizadas en lugares alejados de las entradas en las que la luz sería escasa o inexistente. Por este motivo, resulta indispensable pensar que todo el proceso estaba planeado y que tenían que contar con algún método de iluminación que les permitiese estar el tiempo suficiente para realizar las actividades y que les proporcionase la luz suficiente y adecuada para ello.
En este sentido un grupo de investigación de la Universidad de Cantabria ha conseguido recrear los tres tipos de iluminación más utilizados en las cuevas durante el Paleolítico para determinar cómo los usaban para realizar diferentes actividades en el interior. Para este fin, recogieron restos de combustión de diferentes cuevas con arte paleolítico en su interior como las de Atxurra (Vizcaya) y de Nerja en Málaga, y los compararon con los de Lascaux y Chauvet en el sur de Francia. Y con ello, recrearon los sistemas de iluminación en el interior de una cueva natural sin valor arqueológico.
Los tres sistemas de iluminación usados eran antorchas, hogueras y lámparas de piedra horadada y rellenas de resina y grasas animales. El combustible que se registra en la mayoría de las hogueras y antorchas es la madera, y de vez en cuando se detecta combustible óseo. La elección de la madera parece condicionada por el momento, así, en el periodo premagdaleniense se identifica madera de Pinus tp. sylvestris y Juniperus sp. Mientras que en el Magdaleniense se mantiene el uso de Juniperis sp. y se reduce de manera considerable el uso de Pinus tp. sylvestris y aparece gran cantidad de Quercus. Esto evidencia la atención que se prestaba a la elección de la madera para la iluminación.

Los investigadores recrearon los tres métodos diferentes en ocho experimentos: 5 antorchas, 2 lámparas de piedra con grasa animal y una pequeña hoguera. Con esto determinaron que la luz de la antorcha duraba unos 41 minutos de media con un funcionamiento irregular, pero fácil de reencender mediante oxigenación al ser esta movida con rapidez. Las lámparas hechas de piedras horadadas y rellenas de resinas y grasas animales iluminaban durante más tiempo, pero con una intensidad de luz débil, aunque podían dar luz hasta tres metros durante una hora y sin producir demasiado humo. En el caso de la hoguera genera mucho humo y no duraba más de una hora. Por esto, los investigadores concluyeron que las hogueras se habrían usado para iluminar el arte ya realizado y no como fuente de iluminación durante la realización del mismo.
Otro de los resultados más llamativos del estudio fue que todos estos sistemas proporcionaban una visión mesópica, es decir, generaban una luz cálida que limita la visión de los colores para el ojo humano y solo hace posible la visión de los colores en una gama de rojos. Sin embargo, los colores utilizados en el arte paleolítico comprenden también amarillos y marrones, por lo que se deduce que a pesar de tener la visión limitada, decidieron usar otros colores para pintar. Asimismo, los investigadores pudieron hacer estimaciones sobre la velocidad de movimiento dentro de la cueva, concluyendo que se podían mover a una media de 1,23 metros por segundo por el limitado radio de acción que proporcionaba la antorcha que imposibilitaba una iluminación suficiente para poderse mover a más velocidad con seguridad.
Tras estas conclusiones se hace evidente la planificación previa que suponía el uso de una cueva durante este período. De este modo, los estudios sobre la iluminación podrían ayudar a comprender las actividades que llevaban a cabo nuestros ancestros en el interior de las cuevas.