Chamanismo y arte rupestre
El chamanismo es un sistema múltiple de creencias, ya que contiene una gran cantidad y diversidad de técnicas, ritos, símbolos y mitos, a los que se le dan una utilidad diferenciada, como puede ser la curación de las enfermedades, el propiciar una caza abundante, controlar los elementos, predecir el futuro, viajes extracorporales, visiones, etc. Se basa, en líneas generales, en la creencia de que numerosos planos de existencia coexisten y pueden ser, en mayor o menor medida, influidos por mediación de prácticas que desempeña la figura del chamán. Estas prácticas rituales se han dado en prácticamente la totalidad de culturas y, aunque cada grupo tiene sus peculiaridades e, incluso, se dan casos de chamanes "especialistas" (que se dedican a labores concretas), una característica base, común a todos ellos, es el uso del trance y los estados de conciencia alterados.
En cuanto a las sociedades de cazadores-recolectores prehistóricas, Mircea Eliade (1972),Weston La Barre (1972), Joan Halifax (1982) y Andreas Lommel (1967) fueron los primeros en aplicarles el marco teórico del chamanismo a la hora de hablar de las representaciones pictóricas, aunque no fueron mas allá de las conjeturas. Hoy en día, el mayor exponente de considerar la producción artística prehistórica como parte del conjunto de prácticas ritualeschamánicas, serán Jean Clottes (prehistoriador francés, responsable del estudio científico de la Cueva de Chauvet, 1933) y David Lewis-Williams (arqueólogo especializado en la tribu San de Sudáfrica, 1934). En su libro, Los chamanes de la Prehistoria, condensan la teoría que, se centra en la práctica del trance como medio para alcanzar un mundo espiritual superior o inferior al nuestro.
Los estados de conciencia alterada son difíciles de definir y separar entre ellos, ya que tienen distintos grados y están íntimamente relacionados en un conjunto continuo. Estos abarcarían desde los sueños lúcidos, a los que, en algunas culturas se otorgan capacidades proféticas, hasta el trance profundo. Este último es el que más nos interesa ya que, según esta teoría, es el estado mas profundo de conexión con el mundo espiritual, al que se llegaría mediante privaciones sensoriales, aislamiento social prolongado, danzas rituales, sonidos rítmicos..., atravesando 3 estados diferenciados: en el primero, que sería el mas ligero, implica la visión de formas geométricas móviles de colores vivos, que luego evolucionan, a medida que la mente trata de racionalizarlas, en las formas figurativas del estado 2, a las que se les suele intentar encontrar un significado. Del estado 2 al 3 se pasa mediante un túnel, que concentra las formas geométricas del estado 1 y que termina en una luz intensa, tras la cual el individuo alcanza el mundo espiritual, donde las alucinaciones son intensas y frecuentemente se experimentan transformaciones en animales y la visión de animales antropomorfos.
Mientras que las alucinaciones concretas y su temática dependen de las expectativas culturales del individuo, los estados de conciencia alterada son universales, formando parte del sistema nervioso humano: "la alucinación es el resultado de las expectativas de quien la practica. Un chamán san podrá ver un elán de El Cabo, mientras que un inuit verá un oso polar o una foca. Sin embargo, teniendo en cuenta tales diversidades culturales, podemos estar razonablemente seguros de que los tres estadios de la conciencia alterada proporcionan el marco indispensable para la comprensión de las experiencias chamánicas" (Clottes, Jean y Lewis-Williams, David). En otras palabras, aunque las visiones, el ritual y los elementos necesarios para alcanzar el trance sean distintos, la experiencia es universal.
Mientras que en las sociedades agrícolas actuales el trance se interpreta como una posesión espiritual exterior, lo habitual es que en las sociedades de cazadores-recolectores se crea que es la propia alma del chamán la que sale del cuerpo para emprender un vuelo o un viaje bajo tierra. Es en este viaje bajo tierra el que se aplica en esta teoría, al considerar la caverna como una entrada al submundo. La pared de la cueva, así, cumpliría la función de ser un velo, tras el cual se encontraría el mundo espiritual y que el chamán atraviesa para realizar sus funciones mediante el trance. Entonces, no se puede considerar una cueva como un conjunto de pinturas y grabados, hay que considerar el todo, desde la propia situación de la caverna (por ejemplo, los conjuntos de Monte Castillo (fig. 1), en Cantabria, están en una montaña que destaca del ambiente por su estructura piramidal), su disposición (es frecuente que haya expresión pictórica en zonas de difícil acceso), los objetos que se han encontrado dentro, que muchas veces se han considerado anecdóticos (en la cueva de Enlène se han encontrado fragmentos de hueso embutidos en grietas, muy cercanos a relieves manchados con pigmentos rojos) y, en general, todas las formas de actividad humana, que darían lugar al desarrollo de unos ritos que, a día de hoy, no nos han llegado. En este contexto, la cuevaactuaría como un telón del mundo espiritual al otro lado y, en este sentido, el arte paleolítico cumpliría la función de sacar a los animales-espíritu de la roca, de ahí que, muchas veces se aprovechen relieves existentes para remarcar una figura que, en conclusión, ya estaba allí (pájaro de Altxerri), reforzada esta impresión por el uso de una luz móvil anaranjada dada por las lámparas de grasa usadas, que darían un efecto de movilidad, hasta el punto que en la cueva de Chauvet, donde se representa un perfil de caballo en varias posturas, se podría hacer un efecto de movimiento con una luz adecuada.
La teoría de Clottes y Lewis-Williams, identifica los conjuntos pictóricos de las cavernas como una recreación, en lugares de poder o sagrados, de las visiones chamánicas durante el trance, sin excluir que se haya querido representar animales y signos concretos con una simbología propia. De esta manera, se ha querido ver en las representaciones típicas de la prehistoria (predominancia de animales, sin relación con su entorno, simplemente levitando; los ideogramas y signos geométricos y los llamados "hechiceros" o "teriántropos", figuras antropomorfas con rasgos animales) una recreación de las visiones típicas durante los estados de conciencia alterados típicos del trance.
Esta teoría, en principio, no explicaría conjuntos estructurados, hechos con mayor detalle y cuidado, en cuya elaboración tuvieron que contribuir varias personas, como los grandes conjuntos polícromos de Altamira o el Divertículo Axial de Lascaux. Mientras que otros conjuntos, llamados "paneles de contornos inacabados por Leroi Gourham,, como los grabados del Divertículo de los Felinos de Lascaux o el llamado Santuario de Trois Frères, si que podrían ser explicados, ya que son una gran cantidad de grabados rápidos en lugares de difícil acceso (muchas veces con espacio para una sola persona), a los que el chamán podría acceder para estar en un aislamiento prolongado y de privación sensorial que facilitara el trance.
Sin embargo, el chamanismo en algunas sociedades tiene no sólo un componente de aislamiento del chamán, sino que muchas veces la comunidad es partícipe de los ritos chamánicos, como en el caso de las danzas rituales de algunas culturas cazadoras-recolectoras actuales en Sudáfrica, en las que se pretendía que la comunidad entrase, en mayor o menor medida, en trance, siempre guiados por el chamán. Así, las llamadas "salas con arte", como por ejemplo la Sala de los Toros de Lascaux o el Salón Negro de Niaux, lugares de mayores dimensiones y mas cercanos a la entrada prehistórica de la cueva, podrían ser lugares rituales, donde las pinturas y los grabados buscarían unificar las visiones de una comunidad que no tendría los mecanismos del chamán para controlar el trance. De esta manera, la cueva se convertiría en un conjunto, en el que las diferentes zonas estarían, como en los lugares religiosos actuales, destinadas a diferentes funciones y a distintas prácticas, sin que fuera necesario que en todos los lugares hubiera expresión pictórica o huellas de actividad humana.

Escrito por: Alba Gil
