Arte mueble prehistórico. Las plaquetas decoradas de la Cueva del Parpalló

22.10.2020
Fotografía de una de las plaquetas del Solutrense Superior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Fotografía de una de las plaquetas del Solutrense Superior (Museo de Prehistoria de Valencia)

Dentro de la categoría de arte mueble prehistórico se incluyen todos los objetos hechos por el hombre que pueden ser transportados o, dicho de otra manera, todas las piezas con modificaciones humanas que no están ancladas en cuevas o abrigos (arte rupestre o parietal). Aunque se han dado durante todo el paleolítico, su mayor concentración y diversidad de formas se produce en el paleolítico superior.

La importancia de esta tipología es que es, precisamente, un arte móvil, que era transportado por las sociedades que lo producían y era susceptible de ser intercambiado, por lo cual aporta información sobre la movilidad de un grupo social y las relaciones con otros grupos. Un ejemplo de esto es el hallazgo de conchas o cantos marinos en excavaciones alejadas de la costa. Por esto también tiene una gran dificultad para los prehistoriadores, ya que no es fácil saber cuándo y dónde fueron hechas, si fueron intercambiadas o varios grupos sociales llegaron a las mismas formas tipológicas o incluso si tenían valor estético o sólo funcional. Además era frecuente su uso a través del tiempo, por lo que muchos fueron grabados varias veces, superponiendo los trazos y perdiéndose los más antiguos. Hay que tener en cuenta, también, la gran cantidad de objetos que entran en la categoría de arte mueble, que va desde las famosas "venus" hasta agujas de costura.

Para tratar de ordenar esa gran cantidad de objetos dispares, se han creado categorías en función del tipo de objeto y su uso. Así, tenemos los objetos de uso cotidiano (que tenían una función clara, como las azagayas, las agujas o las lámparas de piedra), los objetos decorativos (que, al no tener una utilidad práctica conocida, se ha subrayado su importancia estética, como las cuentas de hueso, los colgantes o los brazaletes) y los "objetos religiosos" (en el que se incluyen las piezas que no se incluyen en ninguna de las otras dos categorías, de las que se desconoce la función o su destino, y que son casi en su totalidad esculturas de bulto redondo o plaquetas grabadas). Dentro de esta última categoría, se engloban las placas grabadas de la Cueva del Parpalló, que no sólo es un conjunto único en el mundo, sino el más numeroso encontrado.

La Cueva del Parpalló es un abrigo natural de roca caliza en la localidad de Gandía, usado como refugio de pastores hasta que, en 1872, se descubrió el yacimiento arqueológico. Esta no era una cueva decorada, como por ejemplo Altamira, sino que, en principio, se consideró un lugar de habitación estacional, en el que grupos humanos de unas 10 personas se establecían de forma temporal y que servía, también, como lugar de enterramiento. Sin embargo, presenta un marcador solar, ya que el solsticio de invierno es el único momento del año en el que el sol la ilumina por completo, por lo que la teoría más aceptada actualmente es que funcionaba como un santuario en el que los distintos grupos acudirían de forma ritual, sin perjuicio de que fuera usado como refugio en momentos puntuales, sobre todo en momentos de migración de animales y partidas de caza.

Fue usada entre el gravetiense hasta el magdaleniense, siendo el solutrense el periodo de mayor ocupación. Gracias a esto, la cueva fue estudiada para conocer el estilo de vida de los pobladores hasta que, en 1913 fue descubierto el primer objeto de arte mueble. Desde 1929 hasta 1931 se desarrollaron campañas arqueológicas que excavaron la cueva por completo y, ya en 2001, se encontró un grabado rupestre en el pie de una estalagmita, lo que le otorgó el título de Patrimonio Mundial por la Unesco.

El conjunto de plaquetas se compone de 5.034 plaquetas decoradas con grabados, pinturas o una mezcla de ambas en una cronología ininterrumpida entre hace 23-12 ka. Esto lo convierte en el mayor conjunto de plaquetas en el mundo, por delante de la cueva de Le Marche, que "sólo" tiene 1.512 plaquetas. Además, aunque la cantidad de plaquetas es algo notable por si mismo, el hecho de que estas se distribuyan a lo largo, prácticamente, de todo el paleolítico superior (mientras que, normalmente, otros ejemplos de colecciones de arte mueble proceden de un único periodo), hace que este conjunto sea de un gran valor a la hora de proporcionar una cronología estilística, hasta el punto de que Valentín Villaverde (cuyos estudios sobre estas plaquetas siguen vigentes) hablan de "arte parpallense", rechazando las clasificaciones tradicionales de Leroi-Gourham (que tendían a ver las manifestaciones más antiguas o las más esquemáticas como estilos de transición o con menos calidad que aquellos con mayor realismo).

Los estudios de Valentín Villaverde, que incluyen un catálogo de todas las plaquetas de Parpalló, confirman que los ejemplos más antiguos, encontrados en los niveles de ocupación de la cueva del gravetiense, es un arte plenamente desarrollado, en el que se pueden ver iconografías concretas. En esta época es muy habitual que se destaque la parte superior de los animales, insinuando las extremidades inferiores con trazos en arco, y el uso de la perspectiva torcida en los bóvidos y la desproporción de las cabezas.

Gravetiense (Villaverde, V.)
Gravetiense (Villaverde, V.)

En el solutrense, por ser el periodo con mayor ocupación y con mayor cantidad y originalidad de plaquetas, se suele dividir en periodos. Así, en el solutrense inferior, aunque no se abandonan las características anteriores, las proporciones empiezan a ser más realistas, dándole más desarrollo a las extremidades inferiores. Empiezan a verse pequeños detalles que animan la escena, como el cambio de postura de algunas patas para dar un indicio de movimiento y se empiezan a ver, en las figuras de ciervas, el sistema de triple trazo a la hora de detallar las cabezas (algo que sólo es propio de zonas mediterráneas en la península en el solutrense hasta el punto de funcionar como un indicador de datación). En el solutrense medio aumentan las dimensiones de las plaquetas, llegando hasta al medio metro, lo que posibilita que aumenten las escenas, tanto de distintos tipos animales como manadas del mismo animal, en los que las proporciones se acercan más a la realidad, alargando los cuellos y marcando detalles como boca, orejas o el relleno de la figura para simular el pelaje. Esta tendencia continuará en el solutrense superior, que marca también ollares y ojos, usando formas más redondeadas y, cada vez menos, el triple trazo a la hora de tallar las cabezas.

Solutrense inferior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense inferior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense inferior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense inferior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense medio (Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense medio (Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense superior (caras A y B de la misma plaqueta, Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense superior (caras A y B de la misma plaqueta, Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense superior (caras A y B de la misma plaqueta, Museo de Prehistoria de Valencia)
Solutrense superior (caras A y B de la misma plaqueta, Museo de Prehistoria de Valencia)

En cambio, con el magdaleniense inferior, se vuelve, de forma intencionada, a la iconografía del primer solutrense, recreando las cabezas desproporcionadas y los morros alargados y volviendo a los animales estáticos en solitario. Sin embargo las cabezas no recuperan el uso del triple trazo y se empiezan a ver las orejas en V como una forma, aunque simple, de aportar algo de naturalismo. El magdaleniense superior, es el que introduce cambios, y, aunque podemos hablar de dos corrientes estilísticas (una esquemática y con más dinamismo y otra más realista pero más estática), predominan unas proporciones más realistas que en épocas anteriores.

Magdaleniense inferior (Villaverde, V.)
Magdaleniense inferior (Villaverde, V.)
Magdaleniense superior (Villaverde, V.)
Magdaleniense superior (Villaverde, V.)
Plaqueta con signos del Magdaleniense superior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Plaqueta con signos del Magdaleniense superior (Museo de Prehistoria de Valencia)

Toda esta clasificación es relativa, sobre todo, a los zoomorfos que, conforman el grupo de motivos más reconocibles a la hora de distinguir rasgos estilísticos, pero no son el grupo de trazos más numerosos. Así, de las 6.245 caras decoradas de las plaquetas se han contabilizado 766 animales, principalmente cabras montesas, ciervos, caballos y uros (aunque la proporción de cada animal depende del momento) pero 4.022 signos (bandas quebradas y onduladas, rayados múltiples, signos meandiformes, escaleriformes y dentados) que pueden estar en solitario o asociados entre sí o con otras figuras. Esto, unido a que realmente no podemos interpretar el significado de estos signos y sus distintas tipologías, hace que sea más sencillo usar los zoomorfos para hacer una clasificación sobre la evolución del estilo de estas plaquetas.

La finalidad de las plaquetas decoradas es muy discutido. En general se trata de una función no utilitaria (para distinguirla de otros objetos que, aunque estuvieran decorados con motivos similares, cumplían funciones como la de retocadores, raspadores o incluso ser una superficie plana sobre la que hacer algún otro trabajo), ya que estas plaquetas no muestran ninguna de las marcas asociadas al uso. Sin embargo, algunas conservan las señales de haber sido colgadas o de haber sido transportadas en bolsas de cuero. Algunos casos, incluso, pudieron haber sido usados como losas para recubrir el suelo de algunas zonas. Tampoco se puede descartar que las plaquetas, sobre todo aquellas que se han encontrado en el interior de cuevas decoradas, fueran usadas como bocetos previos de los motivos que luego se fueran a plasmar en la cueva o que se usaran como pizarras que sirvieran para ilustrar en un momento concreto.

Este no es el caso de las plaquetas de Parpalló, que aparecen asociadas a un lugar concreto durante un tiempo muy amplio, lo que las diferencia de otros conjuntos que presentan las plaquetas rotas o abandonadas, en lo que se ha interpretado como los restos de una ceremonia concreta. El hecho de que yacimientos tan grandes como Parpalló se encuentren en zonas donde escasea el arte rupestre ha llevado a la teoría de que estas plaquetas funcionaban como una "cueva móvil" en el que la función era la misma que los motivos de las cuevas. Las características de la cueva de Parpalló parecen reforzar esta teoría, teniendo un marcador del solsticio de invierno que pudo definir su función como santuario o lugar de encuentro ritual entre los diferentes grupos sociales de la comarca.  

Fotografía y dibujo de una de las plaquetas del Solutrense Superior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Fotografía y dibujo de una de las plaquetas del Solutrense Superior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Fotografía y dibujo de una de las plaquetas del Solutrense Superior (Museo de Prehistoria de Valencia)
Fotografía y dibujo de una de las plaquetas del Solutrense Superior (Museo de Prehistoria de Valencia)

Escrito por: Alba Gil