Arquitecturas simbólicas ordenadas astronómicamente

23.09.2020

Para una gran cantidad de civilizaciones los astros han tenido una gran importancia, ya que su movimiento marca el paso del tiempo y el cambio de estaciones, y no son pocas cuya mitología se estructura alrededor de sol y la luna, como astros principales en nuestro cielo, visibles prácticamente todo el año sin ningún tipo de ayuda.

La arqueoastronomía es una disciplina de estudio, dependiente de la arqueología, que se encarga de estudiar la relación entre los cuerpos celestes y las obras humanas del pasado. Esta relación cobra una gran importancia a la hora de analizar el posicionamiento de estructuras arquitectónicas, como, por ejemplo, la orientación de las iglesias cristianas, en las que el ábside suele estar orientado al este.

En la prehistoria, debido a la falta de elementos escritos u orales que hablen del simbolismo intangible, se puede analizar la relación con los astros en: las representaciones de los mismos en el arte, tanto mueble como rupestre; determinando la orientación de las estructuras arquitectónicas y su relación con astros y estudiando la situación geográfica del yacimiento para ver si coincide con marcadores de algún evento astronómico.

En este artículo se estudian cuatro yacimientos de Castilla La Mancha de diferentes cronologías, relacionados entre sí por pertenecer todos al ámbito funerario. No son sólo simples cementerios, sino que cumplen distintas funciones, por lo que se tratará de ver si hay una pauta de comportamiento en un lugar tan característico como la arquitectura funeraria.

Se estudian los yacimientos de Cerro Ortega (3341-3027 cal BC), en Villanueva de la Fuente; Castillejo del Bonete (2465-1565 cal BC), en Terrinches; Motilla del Azuer (2200-1350 cal BC), en Daimiel y Bocapucheros (pendiente de datación) en Almagro. 

Cada yacimiento tiene unas características distintas. Castillejo del Bonete es un conjunto tumular, de los cuales el más grande tiene acceso a una cueva natural con arte rupestre y construcciones. Dentro del yacimiento se han encontrado gran cantidad de materiales, con huesos humanos en distintos formatos (posiblemente debido a movimientos de tierra) pero, a pesar de que fue usado durante un largo periodo, no son demasiado numerosos. Según los restos encontrados, el uso más probable que recibió fue el de monumento y lugar de celebración.

El yacimiento de Cerro Ortega consta de un abrigo rocoso, a cuyos pies se depositaron restos humanos y de fauna, dispuestos en nichos según el tipo de hueso. Se excavó también un ajuar de hueso tallado y puntas y láminas de sílex, así como colgantes y cuentas ornamentales. La presencia de huesos quemados y marcas de descarnamiento recela ritos de comensalidad.

La Motilla del Azuer es la motilla más representativa de la edad del bronce en Castilla la Mancha, siendo característicos sus corredores curvos y el pozo interior, de los más antiguos de la península. Este tipo de construcciones se dieron durante épocas de sequía en zonas áridas y fueron abandonadas, presumiblemente, al haber mayor cantidad de recursos. Debido a esto, el yacimiento conserva restos humanos en prácticamente la totalidad de su superficie, incluso bajo las viviendas.

El yacimiento de Bocapucheros estaba pendiente de investigación, pero estaba formado por un túmulo sobre una cueva natural y varias cámaras conectadas por corredores.

Los cuatro yacimientos se estudiaron con ayuda de tecnología, en concreto de un GPS, una brújula de precisión, un clinómetro portátil, un teodolito y una cámara digital. Mediante estos elementos, aplicando las correcciones de medidas pertinentes, se estudió la posición del disco solar, los elementos topográficos más relevantes de la zona, la orientación de las estructuras y la posición de los cuerpos celestes más relevantes. Con los datos recogidos se ha podido luego llegar a una serie de conclusiones.

Desde Castillejo del Bonete se puede apreciar, al sur, una vista de las sierras de Alcaráz, de las cuales destaca Peña del Cambrón por su forma rectangular. Con los cálculos obtenidos, se ha podido ver que, en el 2000 AC, unos días antes del solsticio de invierno, al amanecer, el sol tocaría el extremo norte (izquierdo) de Peña del Cambrón, desplazándose durante 18 días hasta tocar el extremo sur y, tras el solsticio, invertiría el camino y, después de otros 18 días, abandonaría la Peña. Este fenómeno puede ser observado con los medios disponibles durante el uso de la zona, por lo que podría haberse usado para calcular y marcar el solsticio de invierno en un calendario. La teoría de que el solsticio de invierno era una fecha reseñada en la población se corrobora con el hecho de que varios de los corredores están orientados con precisión a la salida y el ocaso del sol en esa fecha. Menos reseñable es la alineación inversa de otros corredores, en la época del asentamiento, con la salida de las estrellas principales de las constelaciones de Centauro y Cruz del Sur (dos de las estrellas más visibles del hemisferio norte), que se alineaba con El Yelmo, una montaña con forma picuda característica y que podría haber sido usado como punto cardinal o para indicar una dirección general. La presencia de una cueva subterránea a la que se llega por el centro del complejo, cuyas galerías, igual que las de la estructura superior, siguen la orientación de la salida y el ocaso del sol en el solsticio de invierno refuerza la teoría que toma el sol como cuerpo celestre principal.

Cerro Ortega es un caso más difícil, ya que sólo se conservan las aperturas de las tumbas. Sin embargo, la pared rocosa en cuya base se excavaron las tumbas, está orientada en la dirección de la salida del sol durante el solsticio de invierno, que se localiza en la intersección de dos montañas fácilmente localizables en el horizonte. A pesar de que podría ser algo casual, refuerza la importancia del solsticio de invierno en la zona y significaría una continuidad en los rituales funerarios, por lo menos, desde finales del calcolítico hasta la edad del bronce.

El yacimiento de Motilla del Azuer presenta otras dificultades totalmente distintas a los yacimientos anteriores. Apenas hay elementos topográficos destacables en su zona, ya que está situada en una llanura, y tampoco ofrece ninguna referencia en la orientación, debido a su planta curva sin simetría evidente en los corredores. El único fenómeno celeste reseñable es la salida del sol, durante el solsticio de invierno, que coincide con una de las mayores alturas que se divisan desde el yacimiento. Un hecho, que podría ser casual, cobra importancia, no sólo por confirmar la importancia del solsticio de invierno, sino por la propia singularidad del yacimiento, que hace difícil creer que sea resultado del azar.

El yacimiento de Bocapucheros, sin embargo, está orientado demasiado hacia el sur para que coincida con cualquier fenómeno solar o lunar. Después de analizar los datos obtenidos de las mediciones se ha corroborado que su estructura coincide con la salida, el meridiano y el ocaso de la constelación de la Cruz del Sur, como en el caso de Castillejo del Bonete.

A pesar de que hay evidencias de la importancia de los cuerpos celestes en la prehistoria reciente en la península, no es un terreno tan bien estudiado como en otras zonas, por ejemplo en el Reino Unido, debido a una mayor presencia en estos lugares de monumentos megalíticos (conjuntos de menhires y círculos de piedra que funcionan como marcadores de posiciones celestes). A pesar de todo, en Castilla la Mancha se conservan representaciones rupestres en abrigos con motivos astrales, aunque no se ha encontrado una explicación sobre el significado del arte rupestre esquemático de la zona. No es hasta el estudio del yacimiento de Castillejo del Bonete que se encuentra un marcador solar en el horizonte de un monumento funerario en la península. La alineación de los corredores confirma el solsticio de invierno como una fecha clave en la cultura de los pobladores y se puede relacionar con los rituales de renacimiento de Stonehenge y el sepulcro de Newgrange. El culto al sol y la importancia del solsticio como momento en el que el sol muere y renace ha sido una constante, en todo el mundo, en sociedades prehistóricas, protohistóricas y antiguas. Con la salvedad del yacimiento de Bocapucheros, los yacimientos estudiados pueden ser relacionados con la trayectoria solar en el solsticio de invierno, aunque son menos evidentes que en el caso de Castillejo del Bonete, aunque Bocapucheros se orienta también en relación a cuerpos celestes.

Los hallazgos del estudio apuntan hacia una gran importancia del solsticio de invierno, con el yacimiento de Castillejo del Bonete como "monumento solar" y los yacimientos de Cerro Ortega y la Motilla del Azuer como refuerzo de esa teoría, mientras que el yacimiento de Bocapucheros abre la posibilidad de una orientación celeste distinta. Sin embargo, los cuatro yacimientos presentan características que hacen interesante la opción de ampliar esta tipología de estudio a más zonas.

Escrito por: Alba Gil