El amanecer africano
Antes de empezar su investigación paloantropológica en África, Darwin ya propuso a este continente como el lugar mas probable del origen humano, pues allí se encontraban nuestros parientes más próximos, chimpancé y gorila, y por sus óptimas condiciones climáticas.
En la actualidad, si observamos un en un mapa de África como se distribuyen los hallazgos de homínidos, podremos observar que en su mayoría estos descubrimientos se encuentran en la parte oriental del continente. Aunque podríamos argumentar que esto puede deberse a la conservación diferencial de los restos óseos, con mejores condiciones de preservación en la parte oriental, tantos años de investigación sin obtener resultados en la zona central y occidental del continente parecen ser concluyentes.
La ausencia de restos paleontológicos que atestigüen la presencia de homínidos en estas zonas, junto con la habitación de gorilas y chimpancés, nuestros parientes más cercanos, en ellas, llevó al investigador francés Yves Coppens a proponer su teoría, conocida como la teoría de la East Side Story. Según esta teoría, el hundimiento del valle de la gran falla del Rift, que separa África oriental del resto del continente, a finales del Terciario además de estar acompañado de una importante actividad volcánica, lo estuvo de levantamientos del terreno hasta gran altura que provocarían la detención del aire marino en dicha región, lo que produjo un cambio climático.
La zona del Rift, donde aparecen la mayoría de los restos de homínidos, perdió las condiciones de selva y pasó ser una sabana, más o menos abierta en función de la altitud, que persiste hasta el momento. Esto obligó a los animales que vivían en esta zona, adaptados hasta ahora a las condiciones de selva, a adaptarse a unas nuevas condiciones medioambientales, con todas las condiciones que ello conlleva, estando entre ellas la aparición de nuevas especies.

La cuestión de los árboles genealógicos, es decir, el estudio de que especies son antecesoras o sucesoras de cuáles otras en las distintas ramas evolutivas es bastante compleja, tan solo tenemos que echar la vista atrás, incluso no mucho años, para ver los importantes cambios que han tenido lugar, pasando de las cronoespecies a los intrincados árboles filogenéticos actuales. Esta complejidad se debe, entre otras causas, por el simple hecho de tratarse de especies fósiles, pues no se trata sólo de diferencias morfológicas, sino de si los diferentes individuos pueden reproducirse sexualmente entre sí, y si pueden, si la descendencia consecuente es fértil, lo que es difícil inferir a partir de los restos óseos.

Otras de las causas de la complejidad de los árboles filogenéticos, además de la escasa existencia de restos, es el desacuerdo entre investigadores, debido principalmente a la definición de las distintas especies a partir de unos cuantos rasgos morfológicos.
Para mediados del siglo XX, se creía que todos los seres vivos estaban unidos de la misma manera en que se conectan las ramas de un árbol, en el cual, las especies actuales se situaban en la superficie de las copas, mientras que las extintas se localizan en la parte inferior, cercana al tronco.
En estos tiempo, la rama del árbol que terminaba en los humanos modernos parecía bastante sencilla: en su base se hallaba Australopithecus, el hombre-mono que los paleoantropólogos habían descubierto en el sur de África a mediados de los años veinte. Australipithecus fue sustituido por el Homo erectus de Asia, más alto y de mayor tamaño cerebral, que se habría extendido por Europa y habría dado lugar a los neandertales, que a su vez evolucionaron hasta convertirse en Homo sapiens.
Se interpretaba que todas estas especies eran antepasadas directas de los humanos actuales y que solo un grupo de homininos (familia integrada por los humanos actuales y las especies extintas que están más estrechamente emparentadas con los humanos que con los chimpancés o los bonobos), los denominados australopitecinos robustos, dotados de grandes mandíbulas ocupaban una rama lateral sin descendencia.
Pero esta concepción cambió cuando Louis y Mary Leakey empezaron a descubrir fósiles de homininos en la Garganta de Olduvai, en Tanzania, un hecho que hizo trasladar el foco de las investigaciones sobre los primeros homininos desde el sur hacia el este de África, no solo por la gran cantidad de descubrimientos, sino también porque el contexto de los fósiles en esa parte del continente era muy diferente al del sur, en especial en lo que concernía a las dataciones.
Muchos de los yacimientos más ricos en fósiles de homininos de África oriental, presentan estratos que abarcan períodos de varios millones de años, por lo que es posible atribuir una edad máxima y mínima a cada grupo de fósiles. Este método ha permitido demostrar que, durante la mayor parte del tiempo, hace entre uno y cuatro millones de años, habitaba más de una especie de hominino en el este del continente.
Diversas pruebas genéticas y restos fósiles indican que diferentes especies de homininos coexistieron en el planeta varias veces durante los últimos millones de años; ello hace muy difícil identificar a los antepasados directos de los humanos, algo que no imaginaban los científicos de hace veinte años. A esto se suma las evidencias de hibridación entre especies, lo que hace que la idea de una única rama no parezca apropiada para representar los homininos de hace dos millones de años.
También hay pruebas de que existieron múltiples linajes en nuestro pasado más reciente y los análisis de ADN fósil han hallado indicios de la existencia de otros grupos de homininos. Por lo tanto, la historia evolutiva de los primeros ancestros y nuestra historia evolutiva reciente es mucho más compleja y diversa de lo que se pensaba hace solo diez años, lo que hace cada vez más evidente la existencia de una evolución desordenada, en la que se produjeron una serie de radiaciones adaptativas para hacer frente a los cambios climáticos, apareciendo y desapareciendo los distintos caracteres a lo largo del tiempo.
Sobre la cultura de los primeros homínidos, los australopithecus, existen muy pocos datos, aunque cada vez existen más evidencias que nos indican que estos antepasados no estuvieron desprovistos de "artefactos" que le pudieron servir para romper frutos y raíces duras, o el uso de palos y piedras por póngidos actuales, como el chimpancé, que bien pudiera tratarse de un comportamiento derivado, y, por tanto, estaría presente ya en los prehominidos.
El cambio fundamental tuvo lugar hace aproximadamente algo mas de dos millones y medio de años, a finales del Plioceno, con la aparición de un nuevo útil, una piedra lascada mediante percusión y con uno o varios filos cortantes, siendo usada para cortar, un comportamiento no vista hasta ahora en ningún póngido. Esta primera "caja de herramientas" líticas de los homínidos, compuesta por una gran variedad de útiles, es conocido como tecnología Olduvayense,o Modo 1, y su uso se prolongó hasta el final de la Prehistoria.
Pero además de la cultura, durante esos millones de años en África se dieron acontecimientos importantes como la marcha bípeda y la consiguiente liberación de las manos, el aumento de la inteligencia y quizás la capacidad para un primer lenguaje simple y tosco, debido al aumento del consumo de carne y a la intensificación de la cooperación social, clave en los acontecimientos que vendrán después.
El problema reside en la escasez de datos para explicar estos comportamientos, no obstante, las investigaciones desarrolladas durante los últimos años, con la participación de científicos de ámbitos referidos a los humanos y otros animales, como la psicología, fisiología, antropología, arqueología paleontología, tafonomía y etología, están aportando datos que permiten una reconstrucción coherente.
La causas que prevalecen entre los investigadores para explicar el paso del cuadrupedismo al bipedismo y el abandono del hábitat arbóreo son:
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La aparición de los espacios abiertos de sabana como consecuencia de los cambios climáticos ya mencionados. Con ello surgió la necesidad de una posición y marcha más erguida y liberación de las manos que les permitiera competir con otros carnívoros y herbívoros.
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La pérdida del pelaje corporal de los monos y el bipedismo tienen como objetivo resistir mejor las altas temperaturas, y, al contrario que los cuadrúpedos, que exponen una mayor parte del cuerpo al sol, la postura erguida permitiría reducir el área expuesta a los rayos solares y aumentar la refrigeración corporal.

Más complicada es la explicación del aumento del cerebro, el cual comienza a crecer con el Homo habilis y hoy en los humanos es unas tres veces mayor que nuestro tamaño corporal para igual tamaño corporal con el resto de primates. En un primer momento se apostó por la idea de un mecanismo de retroalimentación positiva entre bipedismo, manos libres, fabricación de útiles, caza y aumento de la inteligencia, por lo que el aumento del cerebro sería el resultado final del proceso.
Pero el descubrimiento de hominidos que tenían capacidad para el bipedismo y que, sin embargo, tenían cráneos pequeños como los póngidos de hace entre seis y tres millones de años, dejó fuera de juego esta explicación. Unas de las explicaciones que dan los investigadores es que el cambio de postura pudo ser la condición previa para el aumento craneal, pues la postura erguida permitió la reorientación vertical en el sistema de riego sanguíneo que refrigeraba ahora mejor esa parte del cuerpo. Esta hipótesis implica que la linea humana habría ocupado un nicho ecológico más abierto y por tanto más cálido que la línea que no necesitó aumentar tu cerebro y que utilizó un sistema de circulación venosa diferente.
Además el cerebro humano presente dos problemas fisiologicos: necesita una cantidad desproporcionada de energía, cuya solución podría estar relacionada con el consumo de carne por parte de los homínidos una vez ya aparecida la línea humana, y, el cerebro es demasiado grande par pasar por las pelvis femenina durante el parto, lo que llevó a toda una serie de transformaciones, tales como, el nacimiento prematuro de las crías y su consecuente cuidado maternal durante más tiempo, lo que constituye una importante presión selectiva hacia un comportamiento social más acusado, en el sentido de una mayor cooperación intragrupal, entre otras consecuencias.
Y es que, la cuestión fundamental de las investigaciones radica en el grado de "humanidad", en el sentido actual, que se atribuye a aquellos lugares donde se consumía carne y se fabricaban herramientas, en definitiva, en desentrañar con la mayor veracidad posible cuales eran los patrones de vida de nuestros antepasados, como eran sus nichos ecológicos y cuales eran las relaciones filogenéticas entre especies, a lo que está contribuyendo los avances que se están sucediendo en las investigaciones.
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